La introducción de los cereales en la alimentación complementaria de los bebés ha sido objeto de controversia en los últimos años debido al interés creciente en cuanto a nutrición infantil y a la epidemia de obesidad infantil que sufrimos en nuestro país.
¿CUÁNDO?
Se han producido cambios respecto a la recomendaciones ya obsoletas de introducir cereales industriales sin gluten en el biberón a partir de los 4 meses para que el bebé gane más peso o duerma mejor por las noches.
Según recomendaciones de la OMS debe alimentarse a los lactantes exclusivamente con leche materna o en su defecto, con leche de fórmula hasta los 6 meses de vida.
A partir de los 6 meses, deberán introducirse en la alimentación del niño alimentos complementarios, variados, adecuados, inocuos y nutritivos , sin abandonar la lactancia materna. No deberá añadirse sal o azúcar a los alimentos complementarios.
Por lo tanto, que existan preparados de cereales industriales en cuyo envase indique que se pueden dar desde los 4 meses no supone necesariamente que haya que introducirlos inevitablemente a esa edad. De hecho, va en contra de las recomendaciones.
Tampoco se recomienda la introducción de estos cereales en el biberón por el riesgo de atragantamiento y porque es más difícil que el bebé regule su apetito y lo rechace que ofreciéndolo en forma de papilla con cuchara.
El problema de estos cereales industriales es la cantidad de azúcar que contienen. A pesar de que en el envase puede especificar “sin azúcares añadidos” la elaboración de estos productos implica la hidrólisis o dextrinación del cereal lo que significa que los hidratos de carbono complejos, de cadena larga, se rompen en trocitos más pequeños dando lugar a azúcares simples (disacáridos y monosacáridos) lo que confiere el característico sabor dulce a estos productos.
Los inconvenientes de estos cereales industriales son:
– La cantidad de azúcar que contienen, siendo ya sobradamente conocidos los efectos nocivos para la salud y la predisposición a obesidad del mismo.
– El sabor dulce que tienen puede hacer que el niño se acostumbre a este sabor y posteriormente rechace el sabor de otros productos más saludables pero menos dulces como las frutas o las verduras.
– La textura de estas papillas es fina y perfecta y son siempre iguales. Es interesante que el bebé aprenda a reconocer diferentes texturas y sabores recordando que la alimentación complementaria, además de nutrir, también es fuente de desarrollo neuromotor y educa a los gustos futuros.
¿CÓMO?
Entonces, ¿si las papillas de cereales industriales no están recomendadas cómo introducimos los cereales en la alimentación complementaria del bebé?
Pues a partir de los 6 meses tenemos 2 opciones para introducirlos sin tener ya en cuenta si contienen o no gluten:
– Si optamos por comenzar la alimentación complementaria con triturados se pueden elaborar diversas papillas caseras con los cereales que normalmente consumimos en casa:
- Papilla con copos de avena (tipo gachas). Requiere una breve cocción con leche o agua.
- Papilla con harina de Maíz (tipo Maizena). Se puede preparar con leche o agua.
- Sémola de arroz o sémola de trigo duro (sopa “maravilla” o cous cous)
- Papilla de arroz. Cociendo el arroz y luego triturándolo.
- También se pueden añadir cereales como el arroz o la quinoa a la elaboración de otras papillas caseras de pollo, verdura o pescado.
– Si optamos por comenzar con sólidos directamente (Baby Led Weaning o BLW) existen numerosas formas de introducir los cereales en la alimentación, como por ejemplo:
- Bolitas de arroz cocido (tipo albóndiga)
- Pan integral sin sal (de centeno, trigo o espelta)
- Pasta grande: macarrones, espirales…
- Tortitas de plátano y avena
- Tortitas de maíz
- Galletas caseras sin azúcar con harina de trigo
EXCEPCIONES
En algunos casos concretos se podría recomendar la utilización de papillas industriales enriquecidas en hierro con 0% de azúcares añadidos ni producidos.
Estos productos podrían tener su papel en aquellos niños más susceptibles de sufrir un déficit de hierro a partir de los 6 meses o aquellos que progresan muy lentamente en aceptar alimentos ricos en hierro y más energéticos: bebés prematuros, bajo peso al nacimiento, déficit de hierro conocido, alergia a la proteína d ella leche de vaca, enfermedad con reflujo gastroesofágico…
A la hora de elegir estos cereales deberíamos guiarnos por el etiquetado y composición de los mismos para elegir aquellos cuyo contenido en azúcares sea realmente bajo.
Deben ser cereales 0% azúcares añadidos ni producidos con un contenido en azúcares menor del 2% (menos de 2 gramos por cada 100 gr de producto) y un contenido en hierro mayor de 7 mg por cada 100 gr de producto.
Dra. Noelia Gilabert
Especialista en Pediatría HLA Vistahermosa